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CRIANZA POSITIVA

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Afectos, límites y consciencia: claves de la disciplina positiva

 

Los adultos cumplimos un papel fundamental en la crianza y educación de los niños. Tan importante es este rol que está reconocido en la Convención de los Derechos del Niño. Sin embargo, es imprescindible reconocer el desafío que esto representa.

 

Cuidar a un niño o adolescente es un reto, para el que habitualmente, no estamos preparados. En el ejercicio del cuidado se conjugan múltiples factores: las obligaciones cotidianas, las expectativas que como adultos tenemos, las rutinas a las que estamos habituados, los modos de crianza bajo los que hemos crecido e incluso la disponibilidad de tiempo, entre otros. 

 

 

Garantizar el respeto de los derechos de los y las niños, niñas y adolescentes y potenciar al máximo su desarrollo es clave para el futuro. La diferencia está en criar y educar respetuosamente, en garantía de sus derechos y dignidad. Esto significa que los límites son imprescindibles para comprender y distinguir lo que está bien de lo que está mal; lo que un comportamiento aceptado y aquello que no.

Cada niño/a, adolescente o joven necesita límites para crecer y desarrollarse. Los límites deben ser no violentos, comprensibles y acordes a la edad. 
 
El buen trato y el uso de la disciplina positiva benefician la autonomía, la autoestima, la seguridad, la identidad, la construcción de vínculos respetuosos, asertivos y libres de violencia con otras personas.