Cada 25 de abril se conmemora en todo el mundo el Día de la Lucha contra el Maltrato hacia las niñas, niños y adolescentes con el objetivo de promover los buenos tratos y reflexionar sobre la violencia ejercida contra las infancias y adolescencias. Un fenómeno complejo, multideterminado por dimensiones históricas, culturales, sociales, políticas, económicas, institucionales, comunitarias, familiares y subjetivas; que además se presenta atravesado por cuestiones de género, entre otras.
En nuestro país, la violencia dentro del hogar es la principal causa por la cual los niños y niñas pierden el cuidado familiar. A esta situación se suma que en 2020 casi el 100% de las denuncias registradas fueron por violencias hacia el interior de las familias.
Según datos de la Organización Panamericana de la Salud (OPS) a nivel mundial, 1 de cada 2 niñas y niños de entre 2 y 17 años sufre algún tipo de violencia cada año, es decir, se estima que implica al 58% de las niñas y los niños en América Latina.
En Argentina, según los datos registrados por el Ministerio de Justicia y Derechos Humanos de la Nación, los llamados a la línea 137 por violencias intrafamiliares y/o sexuales aumentaron un 20% durante la cuarentena en el 2020. La cantidad total de niñas y niños que sufrieron estos tipos de violencias se incrementó un 23%: específicamente, se dio un aumento del 28% en violencia familiar y del 13% en violencia sexual. En tanto, la cantidad de niños, niñas y adolescentes que fueron violentados/as en el entorno digital (lo que incluye principalmente grooming y utilización de imágenes en pornografía) aumentó un 267%.
Estos datos evidencian que la Pandemia no hizo más que agudizar una realidad que ya era alarmante. La angustia, la incertidumbre, el impacto en lo económico, el cierre de las escuelas y espacios de cuidado diario, y las diferencias de género en las responsabilidades de cuidado, entre otras, no han hecho más que recrudecer el desamparo y aislamiento de una población en situación de vulnerabilidad que requiere de nuestros mayores esfuerzos para su integración y fortalecimiento.
Diversas formas de maltrato. ¿Cómo detectarlo?
El maltrato físico, el abuso sexual, el maltrato psicológico y la negligencia son algunas de las principales formas de violencia y se pueden dar en la escuela, en el hogar o en la virtualidad. Todas implican un enorme impacto en el desarrollo y la salud mental de niños, niñas y adolescentes, que generan consecuencias negativas a corto y largo plazo. Además, el antecedente de haber sufrido violencia en la infancia aumenta dramáticamente las posibilidades de volver a padecerla en la adultez.
Por eso, es imprescindible no naturalizarlo, hacerlo impacta directamente en la víctima: disminuye su capacidad de disfrute, aumenta su estado de tensión y alarma, que afectan su desarrollo cognitivo y emocional, deteriora su propio entorno y afecta la construcción de relaciones saludables en el armado de su proyecto de vida y participación ciudadana.
Hablar sobre el tema, visibilizarlo, es la principal herramienta para detectar las diversas formas que adquiere el maltrato, observar cambios significativos de conducta en el niño y/o la niña y promover espacios de diálogo y escucha atenta. Los chicos y chicas nunca mienten sobre algo que no deberían conocer, debemos creer en su relato y sufrimiento, ya que el peor daño que podemos hacer es naturalizar la violencia y por tanto habilitar la reiteración de este tipo de episodios. La principal estrategia de resiliencia para la víctima es sentirse escuchado, creído y contenido.
Ante una sospecha de maltrato podemos acudir a profesionales especializados e incluso a la Línea 102, un dispositivo de la Subsecretaría de Familia Niñez y Adolescencia que brinda contención y orientación sobre los pasos para el cuidado y protección de la infancia, y donde todas y todos tenemos la responsabilidad y obligación de denunciar cualquier forma de violencia contra niños, niñas y adolescentes.
Nuestra tarea como adultos es cambiar esta historia de malos tratos, criando a niños y niñas con respeto y empatía, como seres humanos con derechos que deben ser garantizados. Desde Aldeas Infantiles promovemos la formación y la capacitación en la Crianza Positiva, fortaleciendo las capacidades de cuidado de las familias para que puedan relacionarse desde la afectividad, respetando los derechos de los niños y niñas. Las familias y las organizaciones sociales tenemos la importante y urgente tarea de sensibilizar, transmitir información y herramientas concretas para mostrar que criar sin violencia es posible.
Pero también, resulta indispensable exigir al Estado que se comprometa desarrollando políticas públicas de calidad y estrategias de abordaje en todo el país, junto con la inversión de un presupuesto acorde al impacto de esta problemática. Necesitamos que se implementen más y mejores mecanismos de detección y respuesta frente a situaciones de violencia. No podemos permitirnos llegar tarde.
Por la Lic. Alejandra Perinetti, Directora Nacional de Aldeas Infantiles SOS Argentina