26.09.17

02 de octubre, Día Internacional de la No Violencia

Detengamos ya el ciclo de la violencia

En Argentina, la violencia está presente en la vida de más de 5 millones de niños, niñas y adolescentes que la viven en sus hogares todos los días. Crecer en un entorno violento genera consecuencias en el presente y futuro de cada uno de ellos y por ende en el de toda la sociedad.  
 
Nuestra experiencia, como organización dedicada a la atención directa de niños, niñas, adolescentes, jóvenes y familias,  nos muestra que la violencia, en sus más variadas manifestaciones, es una de las principales causas de vulneración de derechos y es la primera causa por la que las familias pierden el cuidado de los niños. Por eso reflexionar acerca de los alcances y consecuencias de las prácticas violentas es urgente.  

Cada niño tiene derecho a una vida segura, en la que pueda desarrollarse plenamente. La condición para lograrlo es crecer en un entorno protector, donde la afectividad y el buen trato promuevan ese crecimiento. Cuando los vínculos familiares están empañados de  violencia, se lesiona la seguridad que cada niño debe construir para enfrentar los desafíos que se le presentan.  

La violencia tiene diferentes manifestaciones y cada una de ella deja marcas. Desde la violencia física como la más explícita hasta formas más sutiles como la negligencia o la violencia emocional que, si bien suelen pasar más desapercibidas, son igual o más graves con el paso del tiempo.   

Sin embargo existe una forma de maltrato infantil generalmente invisibilizado como tal. Se trata de aquel  en que los niños y niñas son testigos de violencia entre los adultos. Estar expuesto a la violencia en el hogar, implica  “vivir en violencia”. Así se aprende que el maltrato y las agresiones son una forma de vida aceptable, tolerable y  que puede reproducirse,  tanto en su grupo de pares durante la infancia como en los vínculos en la vida adulta. La violencia es una práctica aprendida.  

Seamos claros, no existen formas más leves o menos graves de violencia, ni discriminación por estrato social.  El nuevo Código Civil y Comercial de la Nación explicita la prohibición total de malos tratos físicos y emocionales y los considera un delito. Sin embargo, las estadísticas muestran que casi 1 de cada 2 niños en Argentina sufre violencia en su vida cotidiana.  

Detener ya el ciclo de violencia en que viven inmersos los niños, adolescentes y jóvenes es fundamental si asumimos el compromiso de un futuro mejor. Hacerlo implica revisar la propia historia, el propio hacer y reflexionar acerca de qué vínculos se construyen y reproducen.  

Hay opción. El compromiso con la erradicación de la violencia hacia los niños y niñas es, necesariamente, colectivo.  El primer paso es conocer y hacer conscientes las prácticas de la cotidianeidad. Cada vez que reflexionamos acerca de lo que hacemos y buscamos una alternativa no violenta, estamos más cerca. El compromiso debe ser con una cultura del buen trato y para ello la no violencia contra los niños es un buen comienzo.