Aldeas Infantiles SOS – 19.11.20

La educación como base de la prevención contra el abuso

Hablar de abuso contra niñas, niños y adolescentes no es fácil. Es alarmante y devastador, no sólo por el efecto que tiene en las personas que lo han padecido, sino porque muchas veces se lo encuadra como un imposible de prevenir. Para concientizar y comprometer en la protección infantil a la sociedad y los Estados, se designó al 19 de noviembre como Día Mundial para la prevención del Abuso contra niños, niñas y adolescentes.

Los abusos contra niños y adolescentes pueden adquirir diversas formas. Siempre se dan en una relación asimétrica de poder, donde el adulto manipula a la víctima en pos de su propia satisfacción. Las consecuencias son dramáticas. Quienes padecieron este tipo de violencia presentan mayores intentos de suicidio, mayor propensión a la depresión, problemas afectivos, de ansiedad, somáticos, de atención y de conducta. El sufrimiento físico y emocional deja heridas es innegable y deja heridas difíciles de sanar. El acompañamiento es vital para reparar el daño y reconstruir.  

El tema es tan devastador que muchas veces se pasa por alto el enorme potencial que tiene la palabra, tanto en la prevención como en la reparación. La construcción de entornos libres de violencia, seguros y protectores es el mejor camino para el cuidado. Fortalecer los vínculos familiares, generar espacios y momentos de diálogo con niños y adolescentes, poner palabras a la sexualidad especialmente desde lo emocional, el consentimiento, la afectividad y el disfrute, son puntos fundamentales para construir entornos seguros.

La educación es la base del cuidado y es necesario considerar un encuadre que exceda la fisiología, la reproducción y los riesgos. Es imprescindible considerar el acercamiento a niños, niñas y adolescentes desde la particularidad de cada etapa y momento madurativo de cada uno de ellos. Para muchos adultos es aun difícil pues ellos mismos no han sido educados en la sexualidad. Por eso es central generar y sostener espacios de diálogo y construcción de confianza, y si es necesario se puede recurrir a especialistas que apoyen. No se trata de planificar una conversación difícil y sortearla lo más rápido posible, se trata de ser constantes en el cuidado y la prevención.

La prevención y/o la denuncia y respuesta ante el hecho no son sin embargo tarea exclusiva de las familias, ni pueden las familias asumirlas en soledad. Se requieren políticas públicas de cuidado y prevención, se demanda un Estado activo por la protección infantil, que desde la escuela como dispositivo de amplio alcance ofrezca herramientas de cuidado, prevención y denuncia a cada niño, niña o adolescente. La Ley de Educación Sexual Integral es un aliado fundamental. Gracias a su implementación y tras haber recibido estos contenidos, de acuerdo a datos del Ministerio Público Tutelar de la Ciudad, el 80 por ciento de los chicos que sufrieron abuso pudieron identificarlo como tal.

Durante el aislamiento producto de la pandemia Covid 19, los llamados a la línea 137 por violencias intrafamiliares y/o sexuales aumentaron un 20%, respecto al mismo período de 2019. En el 75% de los casos el abusador es una persona de confianza del niño o adolescente. La niñez y adolescencia necesita condiciones dignas de vida para poder desarrollarse y eso incluye sin dudas la posibilidad de crecer sin violencia, de atravesar los periodos vitales más importantes y vulnerables desde la seguridad del afecto y la protección. Las huellas del maltrato son reversibles con la intervención oportuna en el momento adecuado. Con compromiso social, con Estado activo y con familias fortalecidas, será posible.