El 19 de noviembre de 2000, la Fundación Cumbre Mundial de Mujeres estableció esta fecha clave para visibilizar y combatir el abuso sexual contra las infancias. Este día nos recuerda que proteger a niñas, niños y adolescentes es una prioridad impostergable y que todos debemos exigir acciones urgentes y efectivas del Estado, las organizaciones de la sociedad civil y la ciudadanía para garantizar su bienestar y desarrollo pleno.
El abuso sexual contra niñas, niños y adolescentes implica la explotación por parte de un adulto para su satisfacción personal o de terceros. Este puede presentarse de diversas formas, pero siempre ocurre dentro de una relación de poder, donde el mayor manipula a la víctima en su propio beneficio.
Según un informe de UNICEF, publicado en octubre de 2024, más de 370 millones de niñas y mujeres en el mundo —una de cada ocho— han sido víctimas de abuso sexual antes de cumplir los 18 años. Si se consideran las formas de violencia sin contacto físico, la cifra asciende a 650 millones, una de cada cinco.
En Argentina, aunque la falta de datos actualizados dificulta dimensionar completamente esta realidad, los registros disponibles son alarmantes. El informe de UNICEF sobre las llamadas a la Línea 137 del Programa Las Víctimas contra las Violencias (2020-2021) reveló un incremento del 15% en las consultas, con un notable aumento en las denuncias realizadas directamente por niños, niñas y adolescentes. En ese período, se registraron 9.989 casos de violencia familiar y/o sexual contra menores.
Por otro lado, la Línea 102, según la Secretaría Nacional de Niñez, Adolescencia y Familia (SENAF), atendió al menos 20.000 llamadas en un año vinculadas a violencia infantil. Estas cifras estremecen y nos llaman a actuar sin demora.
El abuso sexual es una de las principales causas de la pérdida del cuidado familiar. Sus consecuencias, tanto físicas como emocionales, incluyen un mayor riesgo de intentos de suicidio, depresión, ansiedad, problemas afectivos y conductuales. El impacto que deja en la vida de las víctimas es profundo y demanda un acompañamiento integral que les permita iniciar un proceso de reparación y reconstrucción personal.
Frente a esta realidad, debemos comprometernos como sociedad a desarrollar estrategias efectivas que sensibilicen a la población, fortalezcan las técnicas de detección temprana y promuevan la denuncia. Aunque estas acciones puedan parecer pequeñas, son fundamentales para prevenir y abordar esta problemática de forma efectiva.
Las políticas públicas son una herramienta clave en este esfuerzo. La Ley de Educación Sexual Integral (ESI) se presenta como un pilar esencial para que niñas y niños aprendan a identificar situaciones de abuso y busquen ayuda. Asimismo, la Ley Lucio constituye un avance importante en la formación de agentes estatales en temas de niñez. Sin embargo, preocupa que el proyecto de ley que establece protocolos para la detección temprana de abuso sexual infantil pierda vigencia este 30 de noviembre. Esta herramienta sigue siendo indispensable para actuar con claridad y eficacia ante casos de abuso.
Además de los marcos normativos, es imprescindible fomentar espacios de diálogo y confianza. Hablar con los niños, niñas y adolescentes de manera constante y abierta no solo fortalece su autoestima, sino que también les brinda herramientas para reconocer situaciones de riesgo. Crear ambientes seguros donde las infancias puedan expresar sus inquietudes y ser escuchadas con empatía y atención es un pilar esencial en la prevención.
Desde Aldeas Infantiles SOS, reafirmamos nuestro compromiso con la protección de niñas, niños y adolescentes. La prevención del abuso sexual no es una tarea individual, sino un esfuerzo colectivo que involucra a familias, escuelas, comunidades, organizaciones y el Estado. Sólo a través de la colaboración y la acción coordinada podremos construir un futuro donde todas las infancias crezcan libres de violencia, rodeadas de cuidado y oportunidades.
Esta jornada nos invita a reflexionar, pero también a actuar. Proteger a las infancias es una responsabilidad que nos compromete a todos y todas.