27.06.17

Por el reencuentro familiar

A Marisol y Analía las une una historia que comparten desde muy pequeñas, desde siempre.

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A Marisol y Analía las une una historia que comparten desde muy pequeñas, desde siempre. Llegaron a la Aldea de Mar del Plata a finales de 2003, cuando Analía tenía tan sólo dos años, y Marisol recién había nacido. Juntas se volvieron fuertes, muy cercanas, casi inseparables.

Desde ese entonces, y hasta hoy, las dos hermanas viven juntas en la misma casa. Son muy compañeras, se quieren y se cuidan mucho. Pese a la diferencia de edad, hacen actividades, juegan y comparten un montón de tiempo. Tanto, que en casa insisten en que cada una haga su propio grupo de amigas. Les encanta la relación que tienen, que fueron construyendo con los años, pero insisten en que también sería bueno que cada una conozca gente nueva con quien compartir distintas actividades. Ellas lo entienden, y de a poco lo van logrando, sin que eso afecte de ninguna manera su vínculo.

Durante el último tiempo, las dos hermanas comenzaron a interesarse un poco más en conocer su historia personal. Todo comenzó con una tía que se acercó a la aldea. En un principio, al no poder demostrar que era pariente, dejaba allí regalos para Marisol y Analía. Con el correr del tiempo y las visitas, y ya sabiendo que esa mujer que estaba tan pendiente de las chicas era su tía, se autorizaron sus visitas para que pasen tiempo las tres juntas. Esos ratos sirvieron para encontrarse, para charlar, para poco a poco ir descubriendo su pasado.

Las chicas están muy entusiasmadas con esta situación, llenas de curiosidad por conocer sus orígenes. Quieren reconstruir su historia, saber de dónde vienen, buscar su identidad, aunque también todo esto le genera cierto temor a encontrarse con historias que no le gusten.

De todas maneras, ponen mucha energía en esto, y reciben las visitas de su tía con mucha emoción. Ella se acerca a la aldea con fotos suyas y de algunos familiares. También les cuenta historias, relatos familiares, y les lleva regalos para sus cumpleaños. Crearon un vínculo muy lindo. Ellas escuchan todos estos relatos con mucha emoción y alegría, y de a poco van armado su propia historia.

La tía las quiere mucho, y pronto podrá recibirlas fuera de la Aldea. Además, ya expresó su voluntad de iniciar el proceso para, en un futuro, hacerse cargo de las chicas. Ojalá así sea, y las jóvenes puedan volver a armar una familia con alguien de su familia de origen.